martes, 3 de enero de 2012

Hoy en día los humanos no estamos preparados para admirar la belleza de las cosas que nos rodean.

El otro día leí en un artículo del País que Josuah Bell, uno de los mejores intépretes del mundo quiso llevar a cabo un experimento para comprobar si la gente era capaz de estar atenta a percibir cualquier estímulo que derroche cierta belleza, que nos enganche por unos instantes, y así demostrar que el ser humano es efectivamente una auténtica máquina de emociones y sentimientos.

“Viernes, 12 de enero de 2007. Hora punta en una estación de metro en la ciudad de Washington. Un músico toca el violín vestido con vaqueros, una camiseta y una gorra de béisbol. El instrumento es nada menos que un Stradivarius de 1713. El violinista toca piezas maestras incontestables durante 43 minutos. Es Joshua Bell (Estados Unidos, 1967), uno de los mejores intérpretes del mundo. Tres días antes había llenado el Boston Symphony Hall, a 100 euros la butaca. No había caído en desgracia, sino que estaba protagonizando un experimento recogido por el diario The Washington Post: comprobar si la gente está preparada para reconocer la belleza.”
A los 43 minutos habían pasado ante él 1.070 personas. Sólo 27 le dieron dinero, la mayoría sin pararse. En total, ganó 32 dólares. No hubo corrillos y nadie le reconoció. Era una sensación extraña, la gente me estaba… ignorando" Josuah Bell.

Joshua bell en la estación de metro



Joshua Bell interpretando Ave María




Con esta cuestión cada uno sacará sus propias conclusiones. Está claro que hoy en día el ser humano tiene otras cosas más importantes que apreciar la belleza que tiene a su alrededor.



Samad Madkouri







1 comentario:

  1. Sólo unos pocos son sensibles a toda la belleza que nos rodea. A veces hasta duele cuando la percibes en toda su magnitud. Ya lo define el famoso síndrome de Stendhal, que sufrió el artista del mismo nombre cuando visitó Florencia. Una dolorosa sobredosis de arte y belleza en todo su esplendor. Cuando visité Florencia, incluso me aseguraron que en los hospitales de la ciudad está reconocido dicho síndrome como un mal que aqueja a algunos de los visitantes a tan bella ciudad...Yo pienso que a veces la sensación es tan intensa que no sabes cómo manejarla...por eso muchos, simplemente, van con "orejeras" por la vida...Un beso

    ResponderEliminar